27.5.11

UNO

Llevo días intentando escribir cualquier cosa. Y estoy realmente preocupado. Cuando llego al tercer párrafo, dejo de golpear el teclado de mi portátil, leo lo que acabo de escribir y lo borro indignado porque no merece la pena volver a leerlo. Es la segunda vez que escribo estas líneas y mirad el resultado: una auténtica mierda.

Aun así, tengo la sensación esa de que necesito escribir lo que sea. Igual que cuando te hartas de comer y sientes que necesitas ir al baño. Porque en el fondo, todo se resume a lo mismo: la ley de lo natural, aquello que, de una forma o de otra, para bien o para mal, termina por suceder.

Y supongo que lo de engañarme a mí mismo y traicionar mi virtud más definida, aquello que me determina, iba a terminar siendo un auténtico fracaso. O quizá me he equivocado en las formas, tal vez el fondo sí que tenga sentido.

Comenzó en primavera, las amapolas de La Marañosa ya empezaban a teñir de sangre la alfombra verde que rodea la sinuosa carretera. Las retamas que conducen a Pinto amarilleaban de una forma escultural y parece que todo estaba alineado para que volviese a recaer. Sea de la forma que fuere, yo estaba bien convencido de que mi lucha por mantenerme inquebrantable iba a dar sus frutos. Mis pequeñas batallas acababan siempre en victoria, estaba empezando a creer que me estaba haciendo completamente invencible. Frente al espejo comenzaba ya a verme diferente, como una estatua de mármol recién pulida. Indestructible.

Fue entonces cuando todo comenzó a cambiar.

Una mirada. Una visita. Otra. Un error. Otro. Una sonrisa robada. Una mirada a escondidas. Un beso fugado. Un drama. Un abrazo. Otro beso. Y el primer latido.

Y a partir de aquí, una oleada de sentimientos incontrolables. La ruptura de una promesa personal, la de nunca más decir para siempre. El sentimiento de necesitarte a cada paso, de ser mi primer y mi último pensamiento...

Pero de ti ya escribiré más adelante, cuando mis palabras se asienten de nuevo y entren en consonancia con mis sentimientos. Cuando todo esto vuelva a tener sentido y merezca la pena leerlo una y cien veces. Cuando controle este tsunami de sensaciones que me está volviendo loco, que me hace tan feliz y me da tantísimo miedo.

Porque estoy volviendo a sentir que, como dijo una chica Almodóvar, el amor nace siempre con vocación de eternidad.

27 de mayo de 2011.