Dime que no has sentido nunca un arañazo en el alma y entonces estas palabras no tendrán sentido.
Te lames
las heridas como una perra en celo,
peinando
las entrañas de tus pasiones roídas,
de
tus cabellos sangrantes
y
tus senos descolgados.
La
luna redobla en el campanario del pueblo,
creando
un cultivo de sombra y misterio
en que
corres y desoyes
los latidos
de tu cuerpo.
Te
rasgas las piernas, te cortas los labios,
florecen
tus dedos, tiemblan tus entrañas
si aparezco
y te encuentro,
si me
vengo y me vuelvo.
Desandas
y reencuentras mis pies en tu esqueleto.
Te sonríe
la muerte y te llega el momento
de dejar
mi camino,
de tirarte
al estiércol,
de cubrirte
de oro
y morirte
de miedo.
Como
el viejo que murmura el paso del tiempo.
Como
el reloj desalmado que late en silencio.
Los roídos
lamentos del loco enjaulado.
Los ojos
tinieblos del vivo muriendo.
Te siento.
Te
entiendo.
Me
río y me vengo.
2 comentarios:
Duele. Ya lo creo.
bueno. me encanta el cierre.
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